la biomímesis.

Desde tiempo inmemoriales y hasta los primeros años del siglo XX, los diseñadores recurrían constantemente al uso de “Tratados de Arquitectura”: un instrumento (teórico – práctico) de consulta e inspiración para el desarrollo de sus proyectos.
Con el avance del siglo XX, esta mirada seria reemplazada por la idea de manifiesto, un texto breve, que servia para exponer las ideas fundamentales de un diseñador o grupo de vanguardia.
A comienzos del siglo XXI, una nueva figura parece asomar en el diseño contemporáneo: “El pabellón manifiesto”, un espacio de exposición que busca sintetizar (a través de su forma, su materialidad o proceso constructivo) las ideas más importantes sobre un tema de diseño.
Desde esta mirada, nos abocamos a la idea de diseñar un pabellón manifiesto: un espacio que tome referencia las ideas de la biomímesis en el diseño contemporáneo.


La palabra Biomímesis, está compuesta por dos vocablos de origen griego: “bios” que significa vida, y “mimesis”, que significa imitación. Conceptualmente, la idea de biomímesis ha estado subyacente en la mentalidad de los seres humanos desde tiempos inmemoriales.

Sin embargo, de un modo consciente, el término biomímesis tuvo su primera aparición en el diseño contemporáneo a finales de la década del sesenta, en un artículo escrito por el ingeniero norteamericano Otto Herbert Schmitt (1913-1998) titulado “Some Interesting and Useful Biomimetic Transforms” (1969), y que fue presentado en la Tercera Conferencia Internacional de Biofísica de 1969. En su artículo, Schmitt, desarrollaba el concepto de biomímesis, como un “… proceso de transmisión de ideas de la naturaleza a la tecnología” (Royall, 2011).

Para la naturalista estadounidense Janine Benyus (1958), la naturaleza ha investigado y desarrollado sus organismos por más de 3800 millones de años, sus fracasos “…han quedado fosilizados y lo que nos rodea es el secreto de la supervivencia” (2012). En consecuencia, Benyus considera que “…los modelos para el proceso biomimético deben ser tomados directamente del mundo natural, en lugar de ser diseñados artificialmente por métodos computacionales” (Royall, 2011).